1. La primera vacuna natural.
Desde el nacimiento, la leche materna entrega anticuerpos y células inmunitarias que protegen contra virus, bacterias y alergias.
El calostro (la primera leche) es rico en inmunoglobulina A (IgA), que recubre el intestino del bebé y lo protege de infecciones.
2. ¿Cómo ayuda la lactancia al sistema inmune?
Estimula el desarrollo del sistema inmunológico del bebé.
Reduce el riesgo de enfermedades como diarreas, otitis, bronquitis y neumonías.
Disminuye la probabilidad de desarrollar enfermedades crónicas como asma, diabetes tipo 1 y enfermedades autoinmunes.
3. Lactancia y vacunas: ¡complementos perfectos!
Amamantar NO interfiere con la efectividad de las vacunas, al contrario: el sistema inmune ya fortalecido por la lactancia responde mejor.
Tras la vacunación, la lactancia calma, reconforta y ayuda a aliviar el malestar del bebé.
4. Juntos fortalecen la defensa del bebé.
La lactancia y las vacunas son dos pilares clave en la prevención de enfermedades durante la infancia.
Ambas estrategias se complementan para brindar protección a corto y largo plazo.
5. Rol de enfermería: educar, acompañar y proteger
Promovemos el inicio precoz de la lactancia y su mantención exclusiva hasta los 6 meses.
Acompañamos a las familias durante el calendario de vacunación.
Fomentamos prácticas de cuidado que refuercen el sistema inmune del niño.

Recuerda:
La lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses y complementaria hasta los 2 años o más, junto con el cumplimiento del calendario de vacunas, es la mejor inversión en salud para tu hijo.